Expo Transcripciones Visuales - Emon


Transcripciones Visuales - Emon

Toda imagen puede ser objeto de reescribirse, argumentada y recontada, desprenderse de su propio paisaje y sumergirse en mundos inhóspitos u oníricos, cercanos o lejanos espacios, y tan profundamente como en el alma, cuando una vez leída toca certera lo invisible de quien la observa.

En esa búsqueda de intentar los contrastes, atesorar la vida posible que se desprende de esa imagen e intentar razonadamente recrearla; en esa línea donde el discurso puede llegar a ser otro, encuentro a mi yo transitando el camino de la inconformidad necesaria que se despide del apego anacrónico para dar color en otros contextos y generar en mí y en otros, nuevas sensaciones e impresiones, diferentes a las que en principio me llevan a jugar con ellas; nuevas lecturas desprendidas del paisaje e imaginadas nuevamente o simplemente transcritas en otra piel transgresora de lo hecho.

En la práctica, lo instrumental; que deviene en un hacer dentro de esta dinámica insatisfecha con lo visto, se apodera no sólo de razones sino también de herramientas muchas veces poco ortodoxas en que el “habitué” no tiene cabida, por lo que puede percibirse la desmesura que trae, la intencionalidad que conlleva el arbitrio de transgredir lo estipulado, el orden.

Todo inicia en el fotomontaje, en la creación de nuevos pero simples contextos, el miedo a esa transgresión o la rebeldía, o como he dicho antes la inconformidad necesaria que nos hace hostiles a lo establecido, a lo político, a lo social, lo moral… lo estético. Así entonces empieza la trama para romper con eso establecido, eso social o político… estético. Un discurso que no pierde huella por donde transita, casi filosófico, casi amoral.

El discurso se vuelve más inmediato en ese entorno porque ahora contamos con tecnologías que hacen de la imagen un recurso argumental novedoso y que a su vez facilita la transgresión para cumplir con la misión de opinar desde la trinchera del arte, a veces sin sentido, muchas con verdadera razón.

Nuevos códigos aparecen para elevar el arte al estatus de disidente, pero esta vez con más alcance, más ramificaciones capaces de generar ingentes corrientes emocionales de todo calibre. Un extrarradio que comprobadamente ya no tiene límites con la digitalización: ni espaciales, ni temporales; una comprobación más clara de su eternidad.

"Transcripciones Visuales” es apenas una pobre muestra de hospicio de esa infinitud que representa la hermandad establecida entre el arte y lo digital. Un lazo cuya frontera nos remite a todo el universo, y su tiempo es el ayer, el hoy y el mañana contenido en un solo momento.

Elio Montiel

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